This post is also available in:
English (Inglés)
Español
Italiano
Русский (Ruso)
Respuesta corta
«Rompiendo el Silencio» se presenta como una organización de derechos humanos, pero funciona más bien como una máquina de relaciones públicas financiada desde el extranjero y dirigida contra Israel. Sus afirmaciones se basan a menudo en testimonios anónimos e inverificables, sin nombres, fechas ni pruebas.
Se hacen graves acusaciones sin rendir cuentas, mientras se niegan a cooperar con las FDI o con organismos independientes para realizar investigaciones de seguimiento. Si la verdad fuera el objetivo, el secretismo no sería la estrategia. Esto no es activismo: es difamación dudosa calculada.
Respuesta larga
«Rompiendo el Silencio» se presenta como un organismo de vigilancia de los derechos humanos, pero sus métodos son cualquier cosa menos creíbles. Se basa casi por completo en testimonios anónimos, sin nombres, fechas, unidades ni lugares, lo que hace imposible su verificación. Incluso según admiten ellos mismos, muchos testimonios se recogen años después de los hechos, a menudo basados en vagos recuerdos. Eso no es documentación; es construcción narrativa.
Cuando se le piden detalles para permitir las investigaciones, la organización se niega, alegando «proteger» a sus fuentes. Esta negativa ha bloqueado las investigaciones de las FDI sobre acusaciones graves. En un caso, el grupo de vigilancia Ad Kan descubrió que Rompiendo el Silencio estaba recopilando información confidencial de seguridad no relacionada con los derechos humanos y compartiéndola en el extranjero.
Esto hizo saltar las alarmas en la oficina del Interventor del Estado israelí.
Esto no es sólo mala conducta: supone un riesgo directo para la seguridad nacional.Pretenden suscitar un debate interno, pero la mayoría de sus esfuerzos se dirigen a públicos extranjeros, desde Europa a EE.UU. Sólo en 2015, más del 60% de su financiación procedió de gobiernos extranjeros, no de donantes locales. Sus giras en Berlín y Londres a menudo pintan a las FDI de la peor manera posible, desprovistas de contexto y sin posibilidad de refutación.
Incluso algunos periodistas israelíes de izquierdas han puesto de manifiesto importantes fallos en sus afirmaciones. En muchos casos, los soldados mencionados en los testimonios anónimos negaron que los hechos hubieran ocurrido. Para ser un grupo que predica la responsabilidad moral, rechaza incluso las normas más básicas de transparencia.
Las acusaciones serias exigen un escrutinio serio, no historias vagas e inverificables contadas en la sombra. Si la verdad importara, no se esconderían tras el secreto y se negarían a cooperar. «Romper el Silencio» ha cambiado la integridad por la agenda.
