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Respuesta corta
Israel no inició una guerra el 7 de octubre. Hamás lanzó un brutal ataque por sorpresa: disparó cohetes, invadió ciudades, asesinó a civiles y secuestró a familias. Israel respondió para defender a su pueblo. Y, sin embargo, algunos funcionarios de todo el mundo -como el Presidente del Gobierno de España- difunden afirmaciones falsas y sin fundamento. La verdad no se discute: Hamás atacó primero, e Israel devolvió el golpe, como haría cualquier país.
Respuesta larga
Israel no empezó una guerra el 7 de octubre. Ese día comenzó con un salvaje ataque sorpresa sin precedentes de Hamás: más de 3.000 cohetes lanzados, comunidades israelíes enteras invadidas, civiles inocentes asesinados, bebés y ancianos secuestrados. Fue el día más sangriento para los judíos desde el Holocausto, 1.200 personas fueron masacradas y unas 250 tomadas como rehenes. Israel hizo lo que haría cualquier país: contraatacar para proteger a su pueblo.
Y, sin embargo, sorprendentemente, algunos líderes mundiales siguen difundiendo mentiras. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, acusó a Israel de «genocidio», una afirmación que no tiene ninguna base en los hechos, la ley o la realidad. Otros funcionarios de Bélgica, Colombia e incluso partes de la ONU han impulsado narrativas similares, todo ello ignorando el hecho de que Hamás retransmitió literalmente su masacre del 7 de octubre.
No eran rumores. Ellos mismos publicaron con orgullo la horrible masacre en Internet. Y aun así, algunos siguen culpando a Israel. Peor aún, las teorías conspirativas en Internet están explotando, afirmando que Israel de alguna manera «organizó» el atentado del 7 de octubre como una bandera falsa.
Israel no quería esta guerra. Se vio obligado a ella por uno de los peores atentados terroristas de la historia moderna. Sin embargo, incluso ahora, envía ayuda humanitaria a Gaza, atiende a palestinos heridos en hospitales israelíes y abre sus fronteras para que reciban atención médica que puede salvarles la vida. Eso no es lo que hace una nación «genocida»: es lo que una democracia bajo fuego sigue intentando hacer bien.