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Respuesta corta
No sólo Israel u Occidente deberían estar preocupados por el régimen iraní: el mundo musulmán también debería estarlo. La teocracia chií de Irán no se opone simplemente a los «sionistas»; considera enemigos y herejes a muchos musulmanes suníes. Desde Siria hasta Yemen, Irán ha alimentado brutales guerras sectarias, respaldando a milicias chiíes que han atacado y masacrado a civiles suníes.
Arma a Hezbolá, a los houthis y a grupos sectarios en Irak, Siria y Bahréin, no para defender el Islam, sino para imponer su visión radical de dominio chií en toda la región. Naciones de mayoría suní como Arabia Saudí, EAU, Egipto y Jordania han experimentado esta amenaza en carne propia.
Respuesta larga
No sólo Israel u Occidente deberían estar preocupados por el régimen de Irán, sino todo el mundo musulmán. Los dirigentes iraníes no sólo practican el chiismo, sino que
exportan una versión radical y militante que ve a muchos musulmanes suníes como enemigos o herejes. Y no sólo la predican. Hacen la guerra para difundirla.En Irak, las milicias respaldadas por Irán, como Kata’ib Hezbolá y Asa’ib Ahl al-Haq, han llevado a cabo ataques brutales contra civiles suníes, han saqueado pueblos y han incendiado viviendas. Incluso después de que el ISIS fuera expulsado. Human Rights Watch lo calificó de castigo colectivo
.En Siria, Irán ayudó a apuntalar a Assad enviando a miles de combatientes de Hezbolá y milicias chiíes extranjeras procedentes de Irak, Afganistán y Pakistán. ¿Cuál fue el resultado? Asesinatos masivos de suníes, ciudades vaciadas y limpieza sectaria sólo para mantener a Assad bajo control y ampliar la influencia de Irán.
En Yemen, el apoyo de Irán a los rebeldes houthis -grupo radical chií- convirtió una crisis política en una brutal guerra civil. Los Houthis bombardean mezquitas suníes, atacan a civiles y utilizan misiles y aviones no tripulados suministrados por Irán, desencadenando uno de los peores desastres humanitarios del mundo.
En Bahréin, Kuwait y Arabia Saudí, Irán ha respaldado a células chiíes armadas, ha provocado disturbios e incluso ha lanzado misiles contra infraestructuras petrolíferas saudíes.Los países de mayoría suní no se lo imaginan. Desde Egipto y Jordania hasta los Estados del Golfo, muchos ven a Irán como una fuerza desestabilizadora que intenta exportar su revolución a toda la región mediante el terrorismo y la violencia.
Incluso grupos extremistas suníes como el ISIS y los talibanes ven a Irán como una amenaza. Eso no les da la razón, sólo demuestra hasta dónde llegan las ambiciones de Irán.
El régimen de Irán no quiere la paz ni la unidad del mundo musulmán. Quiere la dominación. Utiliza la religión para dividir, no para unir. Y no sólo lucha contra Israel, sino contra cualquiera, suní, chií o laico, que no se someta a su dominio radical.